Ya he regresado a mi agitada vida en Estambul. Llegué el domingo a eso de las dos de la mañana. Bajé del autocar y un contaminado oxígeno inundó rápidamente mis pulmones, se trataba de la peculiar forma en la que Taksim me daba la bienvenida.
Mi memoria no alcanza a recordar tal contaminación de la primera vez que llegué, tal vez porque estaba tan exaltada con la nueva ciudad, plagada de tantos elementos nuevos, diferentes a los que había visto antes, que no paré a recapacitar. Algo que me extraña, puesto que la polución puede conmigo, pero esa vez pasó impasible. Continuar leyendo «De vuelta»